¡Andate!
- cesar dario fazzini
- 8 nov 2017
- 4 Min. de lectura
“¡No, pará, cortala! ¿Ya querés que se vaya el técnico?”. “¡No! Yo no dije ‘¡Andate Ruiz!’, es un ‘andate con rociador’, apretás, y ‘ffshhhh’, sale un rocío de ‘andate’ que cae sobre cada uno de los culpables de este mal momento del fútbol Calamar”. “¿¡Mal momento!?, ¡te quedaste en el pasado papu!, es cierto que veníamos de tres derrotas atadas con piolín de chorizo, pero ¡Pum para arriba!, se cortó el chorro, metimos empate contra el Celeste de Berisso, si vos no querés ver la realidad de la levantada futbolística que estamos pegando, es cosa tuya”. “¿Te das cuenta que a los hinchas y a los dirigentes le caés mal?, ¡porque sos negativo papurri! Te sirven la sopa caliente y se te enfría mientras buscás un pelo”.
Uf, tal vez tengas razón, muchos me dicen que ‘no’ soy un verdadero hincha de Platense, me doy cuenta que el hincha auténtico, tiene una mirada distinta a la mía, cuando trajeron a Tonetto por ejemplo, reconozco que lo primero que vi, fue ¡la panza que tenía!, pero el hincha verdadero lo veía flaco. ¿Entendés? Y ellos tenían razón, porque aunque a Tonetto todavía están tratando de adelgazarlo, el hincha puro, bienintencionado y que quiere mucho más que yo a Platense sentía la obligación de verlo flaco, ¡y lo veía flaco! ¡Milagro, milagro, aleluya, Tonetto siempre estuvo flaco! ¡Yo también quiero ser así!, odio mi mirada intoxicada, malintencionada, envenenada. ¡Quiero pedirle autógrafos a Galán, quiero gritar goles imaginarios de Trapito, quiero llevar la cuenta de la situaciones de gol y echarle la culpa de las derrotas a las fintas de la suerte, quiero pasar el finde en la pile de Benavidez, quiero bañarme en pelotas debajo del riego de Galván porque la bomba funciona, quiero festejar los triples de Platense y sacarme selfies deformantes con ‘Jorchu’ como si fuésemos socios en algún negocio, quiero casarme de nuevo con mi mujer, o con una nueva mejor, pero en la cancha de Platense, como hicieron Ana y Ale, ¡y hacer un fiestón a la noche en la confitería Calamar!, ¡quiero ser como ellos, los hinchas puros! Pero, snif, snif, no me sale, tal vez, a esta altura de mi vida descubro que soy hincha de Tigre, o del Bicho, por eso veo las cosas de manera diferente. ¡Toy en crisis! Tengo miedo de descubrir que nunca fui hincha de Platense, sospecho de mi. “Está nominado. Le quedan treinta segundos. Defensor de Platense año 1961, si no responde, será desterrado, exonerado, ‘desplatensado'”. ¡Nooooo, no me acuerdo, me quiero matar! Listo, fue, fui, devuelvo el carnet, devuelvo los recuerdos, porque son falsos, soy un impostor. ¡Chas!, quedan cinco segundos, pero, por suerte tengo prendida la tele, y Fabbri que tiene un gran aprecio por mi, me guiña un ojo desde Sportia y me sopla, Mantegari. “¡Mantegari!”, grito yo al filo del tiempo. “Tendría que haberlo sabido señor, pasa de nivel, en forma condicional, porque recibió ayuda externa”. Ufff, menos mal, soy Calamar condicional.
“Fábula del engaño”. Del tiempo de ñaupa.
En la antigüedad, un señor nacido y criado en un pequeño pueblo, y que gozaba de cierto prestigio, se postuló para gobernar su terruño. Gracias a su buena reputación y la ayuda de algunos pícaros vecinos, juntó los votos necesarios y ganó las elecciones. Una de sus principales promesas de campaña, fue la construcción de un lugar de reunión, para que los pobladores puedan ir a jugar a los naipes, bailar, tomar unos tragos, en fin, un lugar para distenderse, que lo llamarían, ‘El farol del pueblo’. “Ze van a juntar todo lo bicho en ‘El farol del pueblo'”, bromeaba un vecino desdentado, maloliente, pero siempre ocurrente. Transcurrido cierto tiempo, algunos pobladores díscolos, viendo que lo que había prometido el gobernante ni siquiera había comenzado a construirse, corrían por las calles gritando: “¡’El farol del pueblo’ no existe!, ¡’El farol del pueblo’ no existe!”.
El mandamás, y sus seguidores, rápidamente, acusaron de mentirosos, mala leche, y ‘Tirabombas’ a los manifestantes. Así fue que los fieles al gobernador, indignados por las supuestas mentiras de los revoltosos, los ataron en la plaza del pueblo y lanzaron ratones para que les coman la lengua a los ‘protestones’, y así evitar que siguiesen mintiendo. Contentos por haber eliminado la posibilidad de que los detractores sigan falseando la verdad, los pobladores armaron una caravana de algarabía y se dirigieron alegremente a festejar, a ‘El farol del pueblo’, pero cuando llegaron al lugar indicado, descubrieron que no existía. Los adláteres del gobernante, ocultaron el hecho para proteger al mandamás, y como a los posibles delatores les habían comido la lengua los ratones, nunca jamás se supo la verdad. Incluso había parroquianos que se encargaban de difundir algunas mentiras, a cambio de algunas rupias. “Vengo de tomar unos vinos en el ‘El farol del pueblo’, quedó lindísimo el boliche”, comentaban y pasaban a cobrar.
Moraleja: que macanudas son las redes sociales, porque aunque te manden ratones para que te coman la lengua, desde el ‘sucio’ teclado, y aún sin lengua, le podés recomendar a la gente, algún barcito adonde pueden ir a tomar un café, cercano a la cancha de Platense.
Vuelvo por Zapiola. En la vidriera de la panadería ofrecen la masita de Vizcarra del penal contra Atlanta para tomar con el mate. Pasa el grandote De Olivera, mientras alguien le explica de que color es la camiseta de Platense para que acierte cuando saca del arco. Pasa un papá Marroniblanco que le pregunta a su hijito qué quiere ser cuando sea grande, y el nene dice que quiere ser Amador Sanchez.
Tengo clavado en el corazón, como una puñalada, el ‘Puntazo’, que nos infringió San Carlos. La vereda es la misma que aquella, algunas baldosas seguro que también se conservan, pero es imposible distinguirlas, veo los pies gigantes de mi viejo caminando a mi lado volviendo de la cancha. El rito de cancha me habilitaba las malas palabras, eso me gustaba, fuera de ahí eran palabras prohibidas, eso no me gustaba.
Le pregunto a los pies de mi viejo si tengo que renegar de nuestra historia, si ya no soy hincha, por qué no me alegro con los triunfos del basquet. Busco respuesta en los pies gigantes, pero ¡puf!, desaparecen sin contestar. Algo se está manchando en Platense…… pura Tinta Calamar.
César Fazzini (Calamarrón)
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