CAPunchino
- cesar dario fazzini
- 3 oct 2017
- 5 Min. de lectura
El botín derecho del Punchi se esmera con fidelidad inquebrantable para no fallarle a su amigo, y le aplica un impacto justo y cuidadoso a la pelota para evitar botines rivales en su camino hacia el arco, para esquivar adversidades y penurias del pasado, y transformar todo eso en un gol reparador, necesario, alentador. ¡Gooooool de Platense, del Punchi, de Zarco! Rodillas en tierra, ojitos al cielo, montonera de jugadores entrelazados como palitos chinos, festejando el primero del pibe de Galván. ¡Plop! “¡Debutó el Punchi! ¡Debutó el Punchi!”, gritaban desde las ventanas de las casas del barrio. “¡Medio grandecito debutó!”, comentaba una viejita. “No abuela, no es lo que usted piensa, es su debut con el gol, jugando en primera”. “¡Ahhhh!”. No sé porqué, ese gol, lo grité más que un gol.
Hay quienes dicen que si jugás al fútbol, y en tu apellido llevás la palabra ‘arco’, estás condenado irremediablemente a hacer muchos goles y triunfar. ‘Z-arco’, apellido de gol, ¡a seguir metiéndola Punchi!. Me refiero a los goles. ¡Ups!
Desde la prohibición de visitantes, la mesa ratona de mi casa es un pariente más, esa relación de parentesco se fortalece cuando mi mujer no está, y puedo apoyar los pies encima, mientras miro la tele. Contra Almirante, estaba solo en casa, ¡bingo!, pizza fría sobrante del delivery de viernes, el viejo Cinzano, el reivindicado Fernet, sifón, hielo, vermouth retro, pero vigente. Pip y swap, con dos compus para hacerle el aguante a las partidarias Anchas y En su Tinta, que los depredadores intentan fagocitar y convertirlas en una especie en extinción como los osos Panda. TyC transmitía el mismo partido, pero parecía de noche, y los relatores de oficina elogiaban la habilidad del ‘¿zurdo?’ Olivares. Todo listo, ¡a jugar Marrón!. Almuerzo perfecto, menú gourmet de ‘La Salada Soho’, pero con onda Calamar, la frutilla del postre la tiene que poner el triunfo de Platense.
El primer tiempo se copia de partidos anteriores, flojo, pobre, insulso, ¡no jugamos a nada, andate Ruiz!. Tranca, no me escucha nadie, toy solo, son expresiones de descarga futbolera, nada en el fútbol debe tomarse al pie de la palabra. Segundo tiempo, ¡epa!, en pocos minutos perdemos dos goles. Dominio, superioridad, prepotencia futbolística.
Lamberti es un Garmin, traza coordenadas y marca el camino correcto para cada destino, yo, mientras jugueteo con el carozo de una aceituna entre los dientes, veo que Curucha finge gambetear, pero le entrega la posta a Nico, el Vega que juega le come la espalda al defensor contrario (son gustos), recibe de Nico y tira un centro que no es ‘de merd’, Curucha hace aladeltismo en el área, cabeza, arquero, travesaño, ¡LPM!, pero el Chino, que no es el que vende los vinos baratos, pone la frente y resuelve el asunto como hacen los nueves que juegan de nueve, y sale a gritar el gol desde su Retiel edición limitada ‘Marronisepia’, gol, apenas lo grito, ¿qué me pasa?, en ese momento, descubro que las observaciones que hacían los charlatanes etílicos de ‘Jar Bar’ eran ciertas , ellos afirmaban, que el primer gol de nuestro equipo, el que rompe un cero a cero, lo gritamos con cierta tibieza, con precaución, porque en el medio del festejo aparece el fantasma del posible empate del rival, el temor a perder lo obtenido. ¡Uff!
Con el segundo gol, saqué pasajes a la desmesura del festejo, tenían razón los ‘charlatanes etílicos’, ese grito de gol en tiempo de descuento permite arrojar los temores por la borda y soltar amarras. Listo, ¡traeme la cuenta! , que rico estuvo todo. Después de disfrutar la frutilla del postre del triunfo de Platense, en una taza, mezclé y batí los ingredientes emotivos del partido y me hice un ‘CAPunchino’. Mientras lo tomaba, descubrí que el mismo cerebro que había pensado ‘andate Ruiz’, era el que ahora estaba pensando una rima para cantar “que de la mano, de… Ruiz”, mmm… falta algo, “que de la mano de… Fernando Ruiz”, ¡no, no, muy largo!, pruebo otra cosa: “¡Que de la mano, del Parco Ruiz, todos la vuelta…”. ¡Listo! El ‘Parco Ruiz’, si alguien quiere usarlo para una telenovela mejicana no hay problema, ¡sale con fritas rústicas papu!. “¡Vení, vení, bailá conmigo… que de la mano, del ‘Parco Ruiz’, todos la vuelta vamos a dar!”. ¿Estaré derrapando, estaré exagerando? ¡No me rompas, dejame, bienvenidas las buenas!
“Ya lo hablamos, ‘En las malas mucho más’ es una expresión de deseo, que no se cumple. ¿Por qué no somos diez mil hinchas en cada partido de local de Platense, por qué muchos eligen el sillón seco en vez de la cancha mojada?, ¡porque estamos en B Metro papi!, y en las malas… ‘mucho menos’ , si querés tribuneo, pero la hipocresía no vende entradas, el autoengaño no hace socios, Platense pierde guita abriendo la cancha cuando nos va mal en fútbol. ‘En las malas mucho más’ es una metáfora del aguante que la realidad desmiente a cada rato.
Estamos bien, no pienso organizar la búsqueda del ‘pelo al huevo’, no es el momento. Después de tantas penurias, hoy, para Platense, ‘jugar bien’ es jugar mal y ganar, ‘jugar bien’, es jugar mal y ascender. Si jugamos bien, todo bien, sino, también. “¡Jugando bien vas a ganar más partidos que jugando mal!”, grita Perogrullo. “¡Ya se papi! ¡ Vení Guardiola, salí jugando de abajo con centrales B Metro, dale Pep, correte de tu zona de confort!”.
Camino por Zapiola feliz de que la realidad contradiga mis propias advertencias: “Soy más hincha de Platense que de mis opiniones, prefiero que mis desacuerdos pierdan por goleada, si gana el Calamar”. Compro el diario en el kiosco y hago un avión de papel con la página central del deportivo, que cuenta otro triunfo y el invicto de Platense, y me subo.
“¡Ajustate el cinturón!”, me animo, me arriesgo, no puedo resistirme a la aventura del vuelo ascendente, no pienso bajar a la tierra, tal vez la estructura es algo frágil, pero no voy negarme a la adrenalina de otra ilusión. “¡Qué carajo me importa cuántas van!”. La esperanza es algo intangible, incontrolable, que corre por las venas Marroniblancas con los primeros indicios de algo positivo. Ya habrá tiempo para futuras rispideces si algo lo amerita. Bastante castigo nos ha infringido la suerte para negarnos a una nueva ilusión.
Hoy hago la plancha en la mitad del vaso lleno, hago snorkel y veo pececitos de colores, veo el gol de Curuchet a Ssuso, veo a De Olivera con el arco lacrado, veo a Gómez con patonas y techo de lona, pero que no te deja a pata, veo crecer a los pibes ‘Galvaneros’, veo los pulmones de Vizcarra, la sabiduría de Vega y Lamberti, tal vez me falta ver alguna ‘Maravilla’, de él, de Gallegos o Pala, pero… “¡Pará, loco, parece una nota de autoayuda, una campaña para las legislativas, te falta sacarte fotos tomando mate como hacen los políticos para fingir que pertenecen al pueblo, vos no eras así, en qué te convertiste!, meté crítica, papi, repartí palos, ¿y Galán?, te olvidaste, ¿y todo lo demás que siempre criticabas?, estás blandengue, un par de buenos resultados y ¡plaf!, te diste vuelta”.
¡No salame!, ya se que es más fácil apostar al fracaso de un equipo entre dieciocho, que al éxito, pero cuando a Platense le va bien a todos los hinchas nos va bien, entonces le pongo W40 a las divergencias, para que todo fluya. ¿Entendés?.
Camino y pienso, ojalá que a nadie se le ocurra empezar a cortar cebolla, ni comprar muzarella para armar “La Ruizetta”, las experiencias recientes indican que esas definiciones, irremediablemente interrumpen el éxito. Platense, simplemente Platense, con eso, nos basta y sobra…… pura Tinta Calamar.
César Fazzini (Calamarrón)
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