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¡Tenés un resorte en el pecho Parodi!

  • Foto del escritor: cesar dario fazzini
    cesar dario fazzini
  • 19 sept 2017
  • 6 Min. de lectura

Hay quienes dicen que la verdadera vida es aquello que ocurre cuando soñamos al estar dormidos, y que el resto de lo que vivimos, cuando estamos despiertos, es solo algo necesario para estar cansados y poder volvernos a dormir. A mi, ultimamente, me cuesta distinguir.

Hacía tres días que mi mujer me había mandado a dormir al sofá, porque cuando Platense empieza a jugar un nuevo torneo, dice que pateo en la cama, grito goles e insulto a los referis, por lo tanto es imposible dormir al lado mío. No se si despierto o soñando, pero recuerdo que yo iba apurado hacia el Vicente López, era la primera fecha de un nuevo torneo. Aquel día, mientras avanzaba por las calles de Saavedra con caminar de resortes, en una esquina pude ver a Fabbri tratando de convencer buenamente a Ramenzoni, que Platense y Defensores no es un clásico. Cuando llegué al puente naranja, era tal la ansiedad, que como estaba el semáforo en rojo, me puse un arnés y cual ‘Fuerza Bruta’, después de algunas piruetas, terminé en la puerta del estadio, que todavía estaba cerrado. Al entrar, me entregaron varios ‘globos bastón’ Marroniblancos desinflados, supuse que era para inflarlos en caso de que LeBron James tuviese un penal a favor, y golpearlos desde atrás del arco para que erre el gol, como hacen en la NBA.

El césped estaba inmaculado. Dicen que Medical Hair, fue sacando pasto sano de la zona de la ‘nuca’ de la cancha y reimplantándolo en los lugares donde escaseaba, una desmesura verde, cada pirinchito de césped paradito como si tuviese gel, ¡que tarde Teté, ‘chapeau’ Giordano!

Mientras septiembre se hacía verano y yo escupía el último pedacito de uña, desde dos gargantas poderosas instaladas, en un lateral, brotaba la Cumbia Villera del Pepo, haciendo un guiso con la voz del estadio y la cadera anquilosada del eterno Richard. Lupani pitó el inicio de otro año de utopía Calamar, y cuando todavía estábamos tratando de distinguir a los nuevos, de los de siempre, ¡plimba!, el nene Palavecino abre el portafolio del colegio, saca una cajita de crayones y dibuja un arco iris desde su botín derecho, hasta la esquina de las calles, ‘Poste y Travesaño’, la pelota recorrió el camino de colores y se convirtió en golazo, Agustín lo festejó con cierto rencor y sacando provecho del significado confuso del apellido del primo, gritaba: “¡Lamela ahora, lamela ahora !”. ¡Glup!.

El partido siguió, y los Defensores de Belgrano comenzaron a atacar cual si fuese Campichuelo, pero Gulliver, recién salido del cuento del libro de pases, confirmaba la leyenda del gigante, y el arco Calamar fue inexpugnable, los contrarios rebotaban contra De Olivera, como si fuesen un equipo de liliputienses. De repente el Vega que juega bien, la pincha para Carrasco, ‘el cavernícola’ recibe de espaldas, pero tira del piolín del balero de la pelota, gira, y le pega con el grado justo de error para que sea gol, el escaso Anconetanni confirma que lo suyo es ser modelo de calzas de Lycra, mientras Goux intenta jugar al ahorcado con la vincha. Listo, final, jugamos maso, ligamos bien, ya se invertirán las cosas.

Sábado a la noche, invité a casa amigos Bohemios, inhalar el humo del fracaso futbolero año tras año, te contamina, pero te une. Ellos trajeron ‘gefilte fish’ y ‘knishes de papa’, y yo aporté picadita ‘goy’, salame, queso y empanadas de carne. La birra de ‘Estela’ frappé, y la sorpresa fue que uno de ellos trajo té de menta frío, uf, feucho, son tradiciones, pero rápidamente, a mi cerebro de Bar-man, se le ocurrió agregarle ron y hielo, y salían una especie de ‘Mojitos judeo-cristianos’, que ni en la ‘Bodeguita del medio’ los conseguís.

Pusimos TyC, para que sea neutral. Al ratito Carrasco se la saca ‘relimpita’ a un contrario. “¡Fau!”, gritan indignados mis invitados. “¡Ni lo tocó!”, grité yo. Recibe Curucha, la gallega del GPS le dice ‘enganche para la izquierda en el área y chute fuerte’ ¡Plimba! ¡Golazo! No lo grité por respeto. Acepté que había sido ‘fau’ del ‘cavernícola’ para no estropear la noche.

Los estruendos del cielo, anunciaban que el equipo rival estaba por hacer tronar el escarmiento, y lograr el empate. De pronto, una camiseta de Atlanta se vuela de la utilería, la camiseta de franjas verticales tira el centro de zurda a la cabeza del tataranieto del ‘Diablo Monserrat’ , y gol contrario, me devuelven la gentileza y no festejan.

Al ratito, Bresba estiró su mano, pero no pudo abrir las aguas como Moisés, y suspendió el partido por inundación, rayos y centellas. Ruiz quedó satisfecho con el planteo táctico y la versatilidad del equipo, porque se adaptó rápidamente del 4-3-3 a un 11-0 después del gol.

“¡Salú, empate, quedamos a mano!”, dije yo, proponiendo un brindis con los Bohemios. “¡Mazel tov!”, contestaron ellos levantando las copas. ¡Felicidades!, ¡le jaim!, pero de tanto chocar las copas, cuando nos quisimos acordar, el alcohol nos había clavado una puñalada traicionera, y empezamos a desangrarnos en una embriaguez de recuerdos de instancias finales perdidas, que transformó la noche de camaradería futbolera en una especie de reunión de ‘frustrados anónimos’. “Snif”.

Apenas se fueron de casa, ya era miércoles, el paso del tiempo es invisible pero inevitable, otra vez al Templo. Platense-Sacachispas. “¡Argentina-Venezuela!”, pensé, ¡naaa, imposible! Me compré un aerosol de ‘Off ahuyenta fantasmas’, me rocié, y chau pichi, listo, ganamos fácil papu, trajimos cinco jugadores ‘benacional’, ellos, tenían mezcla de C, D, y F. ¡Fiuuu, plummm, fiiiiii!, el ‘Manager de fuegos artificiales Calamares’ se encargó de festejar la goleada por anticipado, euforia, alegría, ‘subestimación y barbarie’.

Se encimaban las risotadas sobradoras, mientras describíamos las características físicas de los contrarios. Un hincha que estaba al lado mío y detectó mi impaciencia me dice: “Tranca, ya van a llegar los goles, es como cuando esperás el 71, tarda en llegar, pero después llegan todos juntos. Ja, ja, Sa-ca-chis-pas, no jodamos”. Yo le festejé la comparación con el 71, pero pasaba el tiempo y ‘Los Forzosos de Soldati’ se resistían a la goleada.

Hasta que un Calamar de esos que nunca faltan, comenzó a ensañarse con un jugador de Platense: “¡Corré Parodi!, ¡Poné la patita Parodi!, ¡No le hacés un gol a nadie Parodi!, ¡Largá el fútbol Parodi!”. El tipo estaba encolerizado. “¡Tiran un centro a las nueve, y vos llegás a cabecear nueve y cuarto Parodi! ¡Tenés un resorte en el pecho Parodiiii!”. Uf, el tipo insoportable, el partido insoportable, los contrarios insoportables, el réferi insoportable, el final inadmisible, cero a cero, con Sacachispas, de local.

Mientras bajaba las escaleras pensando que no tenemos un ‘Gran DT’, se me acerca el ‘hincha insoportable’ y me dice “¿Qué querés?, con un nueve como Parodi no le hacemos un gol a nadie”. No alcancé a decirle que el nueve de Tense no se llama Parodi.

Vuelvo por Zapiola, estoy estrenando las ‘Adidas Eggs’, son unas zapatillitas testiculares, que sirven para no lastimarse cuando tenés los ‘huevos’ por el piso. Las declaraciones del técnico y los jugadores hacen eco rebotando por las paredes de los frentes de las casas, son el eco de declaraciones anteriores, anteriores, anteriores, y anteriores. Sale un hincha Morroniblanco desde una ventana y me grita: “¡Cortala con tu final melancólico, aburrís, metele un poco de Rock Pesado, heavy metal, te falta pogo en el cerebro, tendrías que escuchar a ‘La Renga’ y salís pum para arriba, chau, bye, bye”. El tipo me dejó pensando, ‘La Renga…’ mmm, ¡chas, ya se! La tenía reclara el rockero futbolero, ‘La Renga’ es el nombre de la táctica futbolística de Ruiz, atacamos por un solo lado, ¡sí, ya está, si Ruiz detecta el error, lo soluciona, y ganamos siempre, vamos Platense carajo!. Mmm… pero si le gustan ‘Los Nocheros’ sonamos, bueno, son gustos, yo prefiero ‘los mañaneros’, ji, ji, ji, estoy ‘repicante’.

Ojalá, en el próximo partido no juguemos como ‘Todos tus muertos’, porque ‘No te va a gustar’, ¡ja! Toy intacto, ya me estoy haciendo los ‘Ratones Paranoicos’ con el ascenso. Bueno, que se yo, trato de ponerle onda, no es fácil remar sobre los baldosones de la vereda, con los remos de piedra del cero a cero reciente, ayudame Spinetta… “Tengo los dedos, super ateridos, de tanto esperar, a ese inútil que me lleve, al ascenso de Platense, al ascenso de Platense, hasta el fin, ¡uou!…….. pura Tinta Calamar.

César Fazzini (Calamarrón)


 
 
 

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Responsable escrito: César Fazzini
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