¡Retiremos “La Marroniblanca”!
- cesar dario fazzini
- 16 mar 2016
- 4 Min. de lectura
Camino rápido por Zapiola tratando de dejar atrás la calentura del empatongo contra Fénix. Pero miro detrás mío y sigue ahí. ¡Andáte calentura! ¡Años que no ganamos un partido clave que devuelva la esperanza, nos mienten, nos defraudan, nos boludeaaaan! Me grita desorbitada.
Apuro el paso para dejarla atrás y comienzo a escuchar otra voz extraña que clama: “¡Retiremos ‘La Marroniblanca’, retiremos ‘La Marroniblanca’!”. La voz sale de mi cuerpo, pero tengo la boca cerrada. “¡¿Cómo que retiren la Marroniblanca?!”, interrumpe indignada otra voz que también sale de mi cuerpo.
-“¿Sos un hincha que abandona, como un desodorante barato?”. -“¡Pará, abandonar las pelotas, soy el Rexona de los hinchas de Platense!” -“Entonces, ¿qué querés decir con “Retiremos La Marroniblanca”?, la camiseta es nuestra identidad, el símbolo de nuestro origen a través del tiempo, es gloria y loor, es honra sin par, sería un sacrilegio, una afrenta a nuestra historia”. -“¡Cortála!, me aburrís con tu discurso solemne, “flasheaste” con el himno a Sarmiento y ni siquiera sabés que carajo es “loor”. Te falta audacia, creatividad, yo en cambio, quiero explorar todos los caminos posibles para que Platense emerja de esta debacle, pero vos no me dejás que te explique”.
Alta discusión, entre mis voces interiores. Yo soy un oyente imparcial de ellas. Las escucho, pero no le doy la razón a ninguna. Tal vez no les doy la razón porque la perdí. Platense me empuja hacia la locura.
La voz que gritó “¡Retiremos “La Marroniblanca”!”, explica: “Yo siempre pensé que la fidelidad y el amor a los colores eran algo sagrado e incondicional, pero hay que cambiar. “¿Cambiar los colores de la camiseta de Tense?”, interrumpió la segunda voz. “¡No, salame, cambiarlos no!, suspenderlos, protegerlos, retirarlos, preservarlos. Que la camiseta de Platense pesa, que Platense es de Primera y que ¡Lupani no quiso cobrar el penal porque somos Platense! ¿Estamos de acuerdo? Bueno, listo. Volvamos a usar la Marrón y Blanca después de ascender a la categoría que nos corresponde, cuando honremos los colores, cuando los que se la pongan la merezcan, mientras tanto, usemos una camiseta neutra, o pidamos a Retiel que fabrique camisetas transparentes, para disminuir el peso de la historia, para no sentir vergüenza cuando le ganamos a Español, dando pena, penita, pena, y ¡olé!. Perdón. O cuando empatamos con Fénix de local. Obligando a los dirigentes a meterse en el íntimo orificio los fuegos artificiales que habían preparado. ¡Tiramos fuegos artificiales por ganarle a Comu!, ese fue el balde, el chorro, el tsunami que rebalsó el vaso. Ofenden “La Marroni”, la manchan, la ultrajan, la injurian. Urgente una camiseta interina, para disimular tan bochornoso presente. Que no sepan que es Platense ese equipo tibio, triste, hueco, asustado, temeroso, lento, insípido, ingólido”. “Derrapaste”. “Bueno, sin gol”.
Mis voces internas se callaron, seguí caminando por Zapiola rumiando el nuevo fracaso y traté de identificar el sabor que regurguitaba en mi boca. Era el mismo sabor de siempre, inconfundible, sopa, ¡otra vez sopa!, vencida, vieja, ácida, vomitiva, inmunda, la misma de todos los últimos años. ¡Puaj!
Cuando llegué a la Mackenna, encontré al “Popi” invitando a los chicos a subirse a la calesita que hace cuando juega. A Fariña le explicaban que el fútbol es un lindo deporte, que trate de jugarlo ya que entra a la cancha. El “Chipi” aprovechaba la máquina de calor de kinesio para calentar una pizza. Humberto juraba a sus parientes que había sido titular, aunque nadie lo vio en la cancha. Lorefice estaba agachado atrás de un árbol haciendo no se qué. Bianchi, Markunas y Serrago hacían almohadones con la pelusa que se les junta en el ombligo. Campozano repasaba la tabla del 9 contra Fénix, 9 x 8=72, 9 x 9 =cambio de técnico miedoso. Paenza trataba de hacerle entender a Brandoni que ahora el empate vale un punto y el triunfo tres, pero “Palito” creía que lo estaban cargando.
Llegué a casa, mi mujer había dejado comida preparada en una cacerola. Levanté la tapa, “¡otra vez sopa!”, pensé, perdón, eran fideos. Las metáforas del constante fracaso Calamar no hay que mezclarlas con las comidas. Me dormí pensando en Platense.
¡Es indispensable para ejercer la paciencia que nos piden, confiar en los que manejan nuestro destino! ¡Clap, clap!. Los “Ni” convirtieron a Platense en una unidad de extrañas relaciones familiares. Brando-Ni .Ugoli-Ni, Soldavi-Ni , perforaron el fondo que tocamos hace rato. ¡Clap, clap! Hijos, yernos, hinchas, representados, ex jugadores, ex dirigentes, ñoquis del 29 que además aprovechan el año bisiesto. ¡Clap, clap!.
Los aplausos de la gente del sueño, y los gritos de repudio hacia los “Ni”, me despertaron. ¡Lupa-Ni también es “Ni”! Fue el último grito que escuché.
Debo admitir que yo también soy “Ni”, pero no soy “Ni” presidente, “Ni” de la comisión de fútbol, “Ni” técnico, “Ni” árbitro, solo nos une tal vez, la cercanía de alguna región de nuestros antepasados italianos.
Ya sobrevuelan el cielo de Platense, potenciales presidentes “Marroniblancos”. Yo ya se a quién voy a votar…… al que no tenga un yerno o un cuñado sin laburo…… pura tinta Calamar.
César Fazzini (Calamarrón)
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