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¿Quién le pone el cascabel al “Trapo”?

  • Foto del escritor: cesar dario fazzini
    cesar dario fazzini
  • 29 nov 2015
  • 4 Min. de lectura

Estoy en el living de casa. Una copa de champagne sobrevuela a mi alrededor: “¡Váyase a cucha, copa de mierda! Dieciséis años dando vueltas, yo la voy a llamar cuando sea el momento de brindar, ¡a cucha dije!”. La copa está vieja, mis esperanzas también. Le cuesta levantar vuelo, a mí también. La copa choca contra una pared, no puedo descubrir si fue un falso brindis o una decisión fatal. ¡Crash!, se parte en mil pedazos, está destruida, como yo.

“Si Platense asciende algún día a Primera, brindaré con vidrio grueso”. “¡Pará, encima que los hinchas estamos mal, vos bajás un mensaje frustrante, descorazonador, sombrío!”. Perdón, mil disculpas. Junto mis pedazos esparcidos por el sillón, barro los trozos de vidrio y le pongo onda. “Je, toy bien, si alguien sabe de algún carnaval carioca me avisa, me pongo la ‘marroni’ y voy para allá”.

Nuestros jugadores lloraron en Caseros, bolitas de hielo cayeron de sus ojos, es extraño, no estaba pronosticado granizo minimalista. La suerte gritó indignada: “¡42 fechas y ahora la culpa es mía, yo los metí en el reducido!”.

Camino por Zapiola, llevo mi lágrima pegadita al pie, nadie me la puede sacar. ¡Oleeee!

Pienso: “Otro año en la ‘B’ es como una patada en la frente”. ¡Plimba! Un tipo me pega una patada en la frente de verdad. ¡Uff, que dolor!.

-“Disculpame, mi nombre es Salustiano Moralejo, me dedico a convertir las metáforas en realidad, los refranes en certezas, los dichos populares en hechos concretos, ‘los secretos a voces’ los compruebo, los evidencio. Si dicen que los jugadores son “pecho frío”, yo les pongo una cubetera con agua en el pecho y te traigo un whisky con hielo. Si un tipo madruga, yo lo ayudo. Vení, seguime, te conviene”.

Mientras me limpiaba el hilito de sangre que bajaba de mi frente, el tipo me dijo: “¿El que no arriesga?”. “No gana”, dije yo con temor. “¡Bien, capo! Estás entendiendo”. El hombre caminaba delante mío rezando el padre nuestro a los gritos como Matías Alé. No era un buen indicio. “Es por Platense”, pensé. Bajamos en una boca de tormenta de la avenida San Isidro. No imaginé todo tan iluminado. Un señor arrodillado frente a un barbudo, repartía naipes. “A Dios rogando y con el mazo dando, acá se hace realidad”, me dijo. “Y esa mujer, ¿qué hace con en esa maderita?”, pregunté. “Es la excepción, está confirmando la regla. Sentate, vas a poder comprobar algún secreto a voces”. Apagó las luces. “Mirá este video, ¿ves al flaquito de vincha estirando las sábanas?, es Trapito haciéndole la cama a ¡dos técnicos!. En este otro video está Trapito llamándose desde el celular a su propia casa, Vega dijo que estaba llamando a “ex jugadores”, confirmado, es un ex jugador. Algunos dicen que Vega se va a adueñar del club, te muestro el futuro del Calamar si no hacen algo”.

Se veía la fachada de Zufriategui, en vez de C. A. Platense, decía “Club Deportivo Trapo”. En vez de un Calamar, la cara de Vega. Las personas adentro del club tenían peluquita y vincha blanca. Se lo veía a Palito Brandoni declarando: “Daniel Vega es un jugador importante”, logrando así firmar para dirigir en 2016. Atrás de Palito había otro técnico, con un juego de sábanas que le dio Trapito, por si no lo ponen de titular. Más lejos un grupo con un cartel. “TRAPITO HASTA 2040”, agradecedores eternos. Otro: “MASTRAPOS QUE CALAS”, queremos a Vega más que a Platense.

-“Tomá, lee, son unos poemas que me dio un hincha de Platense”, dijo Salustiano.

“Cobré ocho gambas al año, solo besando el escudo, que les quede claro a todos, yo no soy ningún boludo”. “Ya no le hago un gol a nadie, mis lágrimas valen oro, me renovaron contrato, porque me enfocan y lloro”. “No me la tiren al pique, si corro me caigo al piso, aprendan de los periodistas, que tiran centros precisos”. “El Calamar ya se hundía, yo vine a poner el hombro, ¡por ochenta lucas por mes!, te juego en Deportivo Mongo”.

-“¡No, basta, no se que significa todo esto, es una campaña de desprestigio! ¡No quiero dejar de querer a Trapito, es mi ídolo, soy agradecido! ¡Sáquenme de aquiiiiiiiiiii, me quiero ir!”. “¡Dale, andate, pero tengan cuidado, alguien tiene que ponerle el cascabel al gato… digo al Trapo!”, gritó a mis espaldas Salustiano Moralejo.

Vega es como Mc Donald’s, hace un marketing tan eficaz que aunque la hamburguesa sea horrible, muchos lo siguen comprando. “De Platense no me voy perdedor”. Mientras Vega siga jugando, manejando la prensa, recomendando jugadores, y siendo capitán, Platense va a ser perdedor, entonces él va a continuar jugando para no irse perdedor, y para seguir cobrando, y así sucesivamente, hasta lograr el fracaso perpetuo de Platense. Las relaciones simbióticas, si no se interrumpen a tiempo, se transforman en parasitarias.

En junio no habrá desilusión ante otro fracaso, para la desilusión es indispensable que haya una ilusión previa, pero con Vega omnipresente, el escepticismo preventivo es inevitable. Trapito podía conservar su condición de ídolo dando un paso al costado, pero no lo hizo, ¡dinero mata prestigio!

-“¿Que buscás papá?”. -“No se dónde dejé las llaves del club, Lucho. -“¿Cómo, no te acordás? Se las diste a Trapito. -“¡Ah, cierto! Tenés razón, me había olvidado”.

Napoleón Mandaparte no pudo conquistar Parque Patricios e intenta usurpar espacios ajenos. Los hinchas de Platense defenderemos nuestro territorio, no dejemos que el Calamar se convierta en un Trapo, tenemos un arma poderosa y eficaz en nuestras manos……. quitémosle el aplauso…… pura tinta Calamar.

César Fazzini (Calamarrón)



 
 
 

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