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¡Platense no se borra!

  • Foto del escritor: cesar dario fazzini
    cesar dario fazzini
  • 30 ene 2015
  • 4 Min. de lectura

Había convencido a mi mujer de ir una semana a Colón de vacaciones. Pero fue imposible convencerla de ir a Ezeiza, y tampoco aceptó ir a Mercedes. Las vacaciones son aburridas para mí, por eso trataba de imaginar, algunos días, yendo a ver la pretemporada Calamar para entretenerme, pero no funcionó.

Toy en Mar del Tuyú. Estar en la playa con mi mujer y con Platense lejos, no es un hecho reconfortante. Lo más entretenido puede ser tratar de descifrar si el tipo de al lado es el esposo, padre, amante o el abuelo de la colaless que yace impávida a su lado. Observar con compasión, al señor que carga sillitas, sombrilla y heladerita por la arena, como Cristo con la cruz pero sin reconocimiento universal, envidiar al de la silla playera de aluminio y, finalmente, clavarse unos churros rellenos con mate a las siete de la tarde para mantener la tonicidad circular de mi panza. Sin embargo todo es mejor que las penurias soportadas con mi Platense en 2014.

Así, boludeando en la playa, y con cierta habilidad para escribir en la arena con el dedo gordo del pie, escribí: “¡VIVA PLATENSE!”, algo que solo un tipo sumido en el tedio se permite hacer. Lo escribí cerca de la orilla y rápidamente una olita pasó por encima del graffiti arenero, y ante mi sorpresa, la leyenda “¡VIVA PLATENSE!” se mantuvo perfecta, sin que la afectase el paso del agua.

“¡No se borra! ¿viste?”, me dijo una voz ronca desconocida . Cuando levanté la vista, encontré frente a mí a un tipo común, no parecía un chamán que venía a cobrar viejas deudas, ni tenía aspecto extraño .

-“¿Hincha de Platense?”, preguntó. -“Si, hincha de Platense” -“Me dí cuenta por lo que escribiste”. -“Si, VIVA PLATENSE, que se yo , extraño un poco al Calamar, los partidos, las noticias, estoy ansioso, en fin”. Yo seguía mirando de reojo como pasaba el agua por encima de la leyenda sin que se borrase. -“No se borra nunca más, ¡hoy estoy magnético papá!”, me dijo el tipo.

Me contó que tenía la capacidad de hacer imborrables ciertas cosas, o de borrar otras en forma definitiva. “A veces me sale, y otras no”, dijo. Yo, lo escuché con cierto escepticismo, pero le pregunté si podía borrar de mi mente la idea de que somos un equipo de la “A”, porque me hacía mal. “Si la leyenda en la arena no se borra hasta mañana, creo que voy a poder borrarte esa idea, siempre me salen las dos cosas juntas, un imborrable y una borrada definitiva, ¡como la depilación de la minas, je, chau, Calamar herido!“, y se fue chapoteando por la orilla. Un salame, un mitómano, un canchero.

El mar había crecido, yo imaginaba que el tipo era un fabulador, pero igual quería comprobar si la leyenda seguía escrita. A la noche, fui con mi mujer hasta el centro y averigüé que el mar bajaba a las seis de la mañana. De paso compré un delfincito horrible hecho con caracoles, para llevarle a mi suegra. “¿Vamos tempranito a tomar mate a la playa?”, le propuse a mi señora.

A la mañana calentamos en el microondas los churros que habían sobrado el día anterior, quedaron gomosos, pero calentitos, y partimos a la playa con el termo y el mate. “Mejor nos quedamos en los médanos”, dijo mi mujer con razonabilidad. El viento era tan fuerte que le sacaba el azúcar a los churros y la cambiaba por arena. “Yo voy hasta la orilla para ver si hay almejas”, dije con nula creatividad.

El “¡VIVA PLATENSE!” estaba intacto. El tipo lo había hecho imborrable, por lo tanto era posible que me hubiese quitado la idea de que somos un equipo de la “A” para siempre. ¡Ahora sí..! Empiezo de cero, soy de un equipo de la B. Empecé a repasar mentalmente los refuerzos: Alcaraz, perfecto; Mastrolía, todo bien. Mi percepción comenzó a cambiar… Romero, Chavarri, irreprochables, vienen de una categoría superior. ¡Gerlo con la marrón en el pecho, increíble! All Boys nos hizo 2×1, se agradece. ¡En 2015 no sufro más!

Tengo las expectativas acordes con la realidad. Vinieron dos de los mejores jugadores de Villa San Carlos, trajimos al clon del burrito Ortega, a Ferreira que nos bailó jugando para la UAI, al “Jony” Bustos que viene de Huracán y al “Brujo” Alfaro con Bocca, un Tiqui-tiqui y uno del club. ¡El problema era yo, por fin pude bajarme del caballo! Ahora a esperar, tranqui. Antes, ponía las patas sobre la mesa, encendía un cigarro y gritaba: “¡Jerarquía, quiero jugadores de jerarquía, esto es Platense!”.

Volví a los médanos a tomar mate con mi mujer, aliviado por el “¡VIVA PLATENSE!” intacto y la ausencia de memoria del Calamar en la “A”. Los churros recalentados intentaron robar mi dentadura, pero humedecidos por un sorbo de mate frío pude vencer a la masa pegajosa rellena con arena. “¿Querés otro churro?”, no, volvamos a casa. Me puse las ojotas y atravesé el médano, susurrando: “Vaaamos a volver, vaaamos a volver……” ¿A dónde? ¡Ah, ya sé! Acá, a Mar del Tuyú, con mi señora, ji, ji…… pura tinta calamar.

César Fazzini (Calamarrón)


 
 
 

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Responsable escrito: César Fazzini
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