¡Alejate empate!
- cesar dario fazzini
- 17 abr 2014
- 3 Min. de lectura
“¡Tomen distancia!”, vociferaban las maestras de la primaria, nosotros extendíamos el brazo y así nos alejábamos del compañerito de adelante. Recuerdo el rito infantil: tomo distancia, extiendo el brazo para alejarme del instante fatídico e insoportable del gol de ellos, el imponente silencio final todavía me aturde. No soporto siquiera los zócalos corredizos de los canales deportivos adonde se desliza el 2 a 2. ¡Alejate empate! ¡Salí de mi cabeza!
Hagamos un trato, empaten o pierdan, ¡pero sobre la hora no! Dejen que les empaten antes, ¡pierdan antes por favor! Ya sabemos que les van a empatar o que van a perder y sufrimos, pero cuando es sobre la hora es como una traición al festejo, a la alegría cercana. Y cuando digo “les van a empatar” me equivoco: nos empatan a nosotros, a Platense, al Calamar, que somos “nosotros”, no ustedes.
Tomo distancia y analizo un poco más tranquilo, que tenemos de arquero una gran persona y alguien con mucha experiencia, pero ninguna de esas dos virtudes han servido en ningún partido para evitar goles. Leo en un informe que en Argentina hay más altura que en Uruguay, y pienso que es por eso que “las rodillas no le doblan” a Flores, como la pelota a Passarella. Quiero echarle la culpa a Mattiuzzo y descubro que no tuvo ninguna responsabilidad en gol del empate, había salido para arreglar con el ambulanciero para que lo lleve a la casa en la ambulancia como siempre.
Estoy un poco mejor que el domingo, reviso declaraciones de Molina y Barreiro donde insisten con que el gol sobre la hora lo hace el jugador que habían expulsado. “Por eso no lo vimos”, dicen, ¡nos hicieron trampa! Por eso estaba sólo, ¡miren los videos!, porfían. Páez, sutil, explica que el jugador que interceptó su pase de peluche en el primer gol de ellos, estaba a menos de nueve metros. Gran explicador, flojo jugador.
Nada me resulta suficiente, ni gracioso, ni gratificante. Era un triunfo inolvidable, “matafracasos”, era una tarde de domingo para “sobremesear” alegría. Cada uno de nosotros, como animales rumiantes saboreando a cada rato esa clásica victoria. Pero la historia exitosa de Platense se ha visto interrumpida siempre por esos infames… indignos… despreciables… indecorosos… abyectos… ¡últimos cinco minutos! Malditos trescientos segundos que nunca supimos resistir, que jamás sirvieron para obtener algo importante, sino para perderlo, siempre… siempre… esos eternos cinco minutos fatales, adonde las almas flojas, no resisten presiones, se entregan, construyen una historia pobre, un presente pobre…
Disimulo, hago como que no sé de quiénes hablo, pero sé muy bien, saben muy bien, sabemos muy bien. Fantaseo una casualidad cuadrangular y siempre aparece el contrario haciendo el gol que necesita, cuando necesita, en su cancha, en nuestra cancha, convirtiendo los penales, para ganar, para seguir, para ascender. Las penas son de nosotros las victorias son ajenas, de los otros, que pena que las penas no cambien de dueño, siempre nuestras, las victorias son ajenas, ¡cuánta pena!
Jura no desilusionarse, apoyar y alentar a su equipo… tanto en el fracaso como en el fracaso, en la derrota como en la derrota, tanto en la desilusión como en la desesperanza, en el descenso, como en el no ascenso, en las malas y en las malas, en las continuas decepciones. ¡Me estás pidiendo mucho barba… no doy más! ¿Por qué siempre nos tocan jugadores flojos de alma, livianos de espíritu? Estoy cansado. ¡Tirame un centro barba, por favor! “¿Cómo que te tire un centro? ¡el domingo te mandé dos golazos celestiales! ¡El resto ya no depende de mí! Algo tienen que hacer allá abajo”. Está bien, tenés razón, gracias por los dos golazos, pero no alcanzó, nada alcanza… ¿El resto lo tenemos que hacer acá abajo? Mmmm… quizás sólo tengo un mal día….. pura tinta calamar.
Calamarrón
Comentarios